DENISE NAJMANOVICH

La muralla

La muralla

 

muralla (grupo del control al encuentro)

Artículo Denise Najmanovich

Hace ya 10 años (¡YA?) Kevin Kelly -uno de los gurúes de la “Era Internet”, editor de la revista “Wired”- publicó “Out of control” (Fuera de control). Un libro provocador, inteligente, un tanto desmesurado incluso (más de quinientas páginas) en el que se aventura a explorar nuestro mundo sin anteojeras disciplinarias para dar cuenta de otra mirada posible, de otro modo de percibir y actuar, de crear y construir por fuera del paradigma del control.

El mes pasado la ESA (Agencia Espacial Europea) publicó una foto de la Gran Muralla China vista desde 600 Km. de altura reafirmando la creencia de que esta es la única construcción humana que se distingue a simple vista desde el espacio.
¿Cómo se unen estas dos informaciones? Tal vez la mejor explicación consista en admitir que se “chocaron” en mi pensamiento cuando intentaba dar cuenta de la impresión de ridiculez y magnificencia que siento frente a la Gran Muralla. Probablemente sea ésta el monumento más extraordinario a los intentos humanos de control y, simultáneamente, al absurdo de esta pretensión. Intentar lograr la seguridad a través del aislamiento, la bunkerización, la construcción de barreras infranqueables es una consecuencia necesaria de la lógica identitaria y su correlativo terror a la alteridad, a la no semejanza, al extranjero, al diferente, en fin a cualquier otro de mi (sea este mi un “yo” o un “nosotros”). Destaco la utilización del término terror pues no debe confundirse con miedo. El miedo es un mecanismo adaptativo, flexible, productivo que implica alerta, y prevención en cambio el terror es destructivo, intransigente, paralizante. La estrategia basada en el terror tiende a incrementar sin límites la separación y la exclusión para lo cual exige cada vez mayor aislamiento, muros más grueso, murallas más largas. Esta actitud lleva a que se consuman las energías de la vida en la prevención de la muerte….que llegará igual irremediablemente.
Kevin Kelly entró en la escena de mi pensamiento cuando me di cuenta del absurdo implícito en el hecho de que esa gran barrera de piedra que exigió ingentes esfuerzos humanos y recursos materiales fue burlada gracias a unos pocos dinerillos sabiamente gastados en sobornar a la guardia de uno de sus portones. Siglos han pasado y dicen que aún desde la luna puede verse el emblema en piedra de este papelón mayúsculo (que no en vano ha sido declarado patrimonio histórico de la humanidad). Lamentablemente la UNESCO sólo está interesada en preservar la materia amenazada por los campesinos que día a día profundizan la labor de erosión humana llevándose de a uno decenas de miles de los bloques de piedra para construir sus casas o para vendérselos a los turistas siempre ávidos de recuerdo. Los funcionarios internacionales no están interesados en mantener el recuerdo de la bochornosa violación del paradigma de la seguridad y el control que un Emperador lejano nos legó como monumento a la paranoia instituida, a sus sólidas defensas y a su precaria eficacia. Kelly, en cambio, no se ocupa en su libro de la muralla y su fracaso sino de otro modo de ejercer el control que surge de una estética de pensamiento totalmente diferente. Una estética paradójica según la cual un control eficaz sólo puede lograrse renunciando al control total, es decir admitiendo el descontrol como necesario para un orden vital y productivo. El capítulo de su libro dedicado a esta temática comienza con un recorrido histórico que sitúa el nacimiento de esta otra perspectiva precisamente en China. Nos muestra allí otro rostro de esta cultura milenaria, cita las sutiles y perspicaces palabras de Lao Tze en el Tao Te King:

El control inteligente semeja al descontrol o la libertad
Y por esa razón es un control genuino
El control no-inteligente se presenta como dominación externa
El control inteligente ejerce su acción sin que se note
El control no-inteligente trata de influir haciendo un show de fuerza

El control no-inteligente es mera fuerza bruta, muralla, terror y contraterror, exclusión y aislamiento, que obsesionado con la muerte dedica la vida exclusivamente a combatirla. El control inteligente de Lao Tze se relaciona con la regulación orgánica, la modulación sutil y fértil de la procreación, el intercambio a la vez delicado y potente del ser vivo en su ecosistema, que sin negar la muerte centra su atención y su dedicación al cultivo la vida.

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